Rellenas de minerales, agua salada, aceites esenciales y algas, las conchas de lava experimentan una reacción química que les permite mantenerse calientes por períodos prolongados. Este calor, combinado con el carbonato de calcio —el mismo material que se encuentra en nuestros huesos—, no solo suaviza y renueva la piel, sino que también relaja profundamente los músculos y mejora la salud general de la piel.